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La envida tiene su origen en los sentimientos de inferioridad.


Escrito para Fitness por Ximena Olivia Icelo Cabello

Hablar de envidia es casi como un tabú en nuestra cultura pues es un sentimiento negativo y como tal hay que esconderlo o reprimirlo. Sin embargo, es muy común en el entorno de las personas. 

Seguramente se escucha con mucha frecuencia que se envidia de una persona, la cual puede ser cercana o no, un trabajo o una posición social.

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española la envidia es definida como – la tristeza o pesar del bien ajeno-. O bien, otra definición a nivel emocional es la que mencionó el erudito de Aristóteles, el cual la separaba en dos sentimientos desiguales, aunque complementarios a su vez – La alegría por el mal ajeno y la tristeza por el bien ajeno-.

La envida tiene su origen en los sentimientos de inferioridad que se crea por las sensaciones de precariedad narcisista y las pulsiones agresivas de la infancia, dentro del núcleo familiar. 

Hay diversas maneras de envidia siendo esto una repercusión de los sentimientos de inferioridad y rivalidad vividos en la infancia en el desarrollo psicológico con los padres, hermanos u otras figuras significativas. La intensidad de la envidia difiere de cada persona dependiendo de las emociones reprimidas de inferioridad.

Este sentimiento negativo para los humanos afecta a tales grados en los que puede perjudicar o terminar con la admiración, solidaridad, el gusto de una amistad etc.

Lo irónico de la envidia es que resulta ser una proyección de uno mismo, por el simple hecho de que “protégé”  los sentimientos de inferioridad que se tiene de sí mismo: -se odia al otro, para no sentir el odio contra uno mismo-.

En general la envidia es autodestructiva, pero si esta se genera ante una persona que se quiere, es más conflictiva y venenosa para la persona que es envidiada, pues genera una ambivalencia a la persona que siente tal sentimiento ya que la persona que es envidiada representa una figura significativa positiva.

Los sentimientos de envidia van de la mano de la culpa, pues esa persona moral o conscientemente deberíamos de quererla. Ante este conflicto se trata de “justificar” este sentimiento, vendiéndose la idea de que esta persona no es tan buena en lo que hace o como persona.

La envidia afecta toda la salud, tanto física, espiritual y mental, ya que se empieza por sentirse culpable por abrigar tales sentimientos hacia las personas y que se tengan que reprimir estas emociones por ser muy mal vistas ante los demás. Todo va de la mano por lo que esta represión comienza a generar ciertas enfermedades físicas, una de ellas es el cáncer.

A nivel emocional la energía positiva no fluye pues la energía que hay en todos los seres humanos, se ocupa en sentimientos negativos y esto es lo que frena en el crecimiento emocional y espiritual, por eso es mejor ocuparse de la vida propia y aunque aparentemente la envidia y admiración por una persona son cosas diferentes, hay una línea muy delgada entre estas dos. Si se comienza a experimentar por la persona aparentemente “admirada” sensaciones de molestia, enojo y/o disgusto, posiblemente se está transformado en envidia.

En conclusión, es bueno tener a personas que se admiren por sus habilidades, cualidades o logros y que sean figuras positivas que motiven a las personas para obtener lo propio.