Cambios que implican a los sistemas biofisiológicos como psicológicos y sociales.


Escrito para Fitness por Ana Cecilia Becerril

El climaterio constituye una etapa de la vida de la mujer en la que se presenta una disminución de la actividad ovárica que se manifiesta en forma temprana como alteraciones en la menstruación, bochornos (sofocos), sudoraciones nocturnas, sequedad vaginal, problemas urinarios, trastornos psicológicos.

Representa, al igual que la adolescencia y la maternidad, una etapa crítica en la vida de la mujer. Estas etapas están marcadas por hechos físicos, como la menarca (primera menstruación) en la adolescencia, el parto en la edad fértil y la menopausia en el climaterio.

Etimológicamente el término menopausia viene del griego “menos” (mes) y “pausis” (cese). La menopausia se define así por la interrupción de las menstruaciones, que resulta de la perdida de actividad folicular ovaria.

La menopausia, parecida a la época de adolescencia, es un tiempo de cambio, implicando tanto los sistemas biofisiológicos como psicológicos y sociales. 

La menopausia es un proceso de cambio biológico natural, no una enfermedad, que, aunque relacionado con la capacidad reproductora, se teme actualmente sobre todo por la pérdida de atributos de atractivo sexual y un envejecimiento inminente.

Es el miedo excesivo a la vejez, que convierte los cambios biológicos relacionados con el envejecimiento en sospechosos de ser constitutivos de enfermedad. Con ello, el envejecimiento se despoja de la posibilidad de ser considerado como algo normal. Se convierte en algo "malo", con un tratamiento necesario, y la expectativa de una "curación". Persiguiendo el mito de la juventud eterna, el remedio puede ser peor que la enfermedad. Ninguna edad del hombre o de la mujer debería ser privada del respeto de los demás, y de la consideración de ser receptor digna de afecto expresado de maneras diferentes. Esto incluye una apertura para nuevas formas de vivir, el cuidado de la salud física y psíquica, y una resonancia positiva social.

El período del climaterio, comúnmente entre los cuarenta y cinco y los cincuenta años, suele compararse a menudo con la pubertad. El climaterio (del cual la menopausia, es decir, el cese de las menstruaciones es sólo una de sus manifestaciones) cierra, en efecto, el ciclo que la pubertad había iniciado. El organismo femenino se somete de nuevo a violentas alteraciones del equilibrio hormonal y, como la adolescente la mujer de cuarenta y cinco a cincuenta años es también psíquicamente inestable: ya no se siente segura de sí misma ni de sus posibilidades y necesita ser tranquilizada. Desde el punto de vista médico se pueden conseguir resultados favorables, esto consiste tan sólo en prudentes dosis de estrógenos, es decir, de las hormonas femeninas cuya producción va reduciendo en este período el organismo y que poseen la virtud de conservar al menos parte de la frescura y elasticidad juveniles en los tejidos, la figura y la piel, al mismo tiempo que reducen notablemente las verdaderas molestias de la menopausia. 

  • Las arrugas. Desde el punto de vista cosmético se puede hacer mucho también para aplazar el ocaso de los atractivos femeninos. El enemigo que se debe combatir con más saña son las arrugas, que, si ahora se abandonan, corren el riego de invadir el rostro y el cuello. En la edad crítica el ritmo vital del organismo disminuye y los tejidos superficiales se ven también afectados profundamente por esta pérdida de vitalidad: se secan; la renovación celular se torna más lenta y se reducen el panículo adiposo y la secreción grasa del cutis. Las pieles áridas y delicadas se arrugan con más facilidad que las de tipo grasiento. Al aproximarse la edad crítica, los tratamientos cosméticos deben intensificarse para estimular los tejidos: crema a base de hormonas, de extractos tisulares y placentarios, de embriocitinas y fitostimulinas.
  • El peso. El mismo razonamiento (preventivo) que se ha indicado para la piel se puede aplicar a la línea: quien haya mantenido su justo peso hasta los cuarenta o cuarenta y cinco años fácilmente consigue permanecer en unos límites discretos más tarde, cuando se acentúa la tendencia a engordar. Los procedimientos para mantenerse dentro de unos límites correctos de peso son siempre los mismos: una dieta razonable, masajes, aplicaciones para reducir la grasa y algo de ejercicio físico y gimnasia.
  • El Cabello. Con la edad madura llegan las canas. Las canas envejecen irremediablemente un rostro aún fresco. Pero aún lo envejece más un pelo mal teñido, desordenado o de un color que no armoniza con la tonalidad de la piel. Hay que recordar, en efecto, que con los años no sólo el pelo se torna blanco, sino que el cutis se vuelve también más diáfano y pálido y que, con él, la bella melena de los veinte años produce un contraste demasiado violento y artificial.

Cuando la juventud ha quedado irremediablemente atrás se puede seguir siendo guapo. Pero, naturalmente, la belleza tiene un significado distinto: se convierte en orden, limpieza, dulzura de actitud, frescura de espíritu. Y también aceptación serena y tranquila, de la propia edad y de las propias limitaciones físicas, el cuidado de la propia persona coincide con el cuidado de la propia salud. Comer sobriamente y hacer un poco de ejercicio sirve no sólo para mantenerse ágiles, sino también, sobre todo, para mantenerse sanas.

No obstante, también la señora de edad dispone de sus auténticos productos de belleza, y se somete a tratamientos estéticos: una cosa es, en efecto, saber envejecer y otra dejarse devastar por la vejez. El enemigo que más se debe combatir en ésta como en todas las edades, la pereza, el abandonarse. Por lo demás, las arrugas poseen una dulzura propia si se aceptan con serenidad. A edad avanzada se usan productos muy fluidos para poderlos extender sin necesidad de estirar la piel de la cara y del cuello: emulsiones hidratantes como protección diurna y cremas emolientes por la noche.

Un tratamiento específico para prevenir y combatir los inevitables cambios asociados a esta etapa de la vida en la mujer. Actuando sobre los tres tipos de problemas más habituales: 

  • Estéticos: Con tratamientos faciales y corporales de máxima eficacia contra los síntomas más visibles del proceso: aumento de peso, acúmulos de grasas localizados, sequedad de la piel, manchas, retención de líquidos, etc.
  • Médicos: Equilibrando la dieta y realizando un estrecho seguimiento para prevenir dolencias como osteoporosis, sofocos o varices.
  • Psicológicos: Utilizando TERAPIAS NATURALES para combatir los trastornos asociados: ansiedad, estrés, alteración del sueño, cambios de humor, etc.
  • Médicos Estéticos: Mesoterapia, Carboxiterapia, Ozonoterapia, Terapia Celular, Presoterapia, Laser terapia, botox, Peelings, etc.

Tratamientos corporales:

Métodos no quirúrgicos, que complementados con un plan de alimentación natural y detoxificante, se encuentran en el arsenal del especialista para tratar la celulitis, várices y linfedema. Programa combinado de mesoterapia, celulolipólisis, drenaje linfático y la utilización de principios activos en la forma de cremas y geles, logran estimular el metabolismo del tejido adiposo, reduciéndolo y mejorando su textura.

El fundamento del climaterio está en el envejecimiento de las células del organismo, algunas son visibles como las arrugas en la piel y otras son internas sobre los ovarios y las glándulas endocrinas, que varían en su funcionamiento, a veces lo disminuyen y hasta llegan a dejar de funcionar como el tiroides, páncreas u ovarios, que son los más espectaculares y ocasionan el 80% de los síntomas y alteraciones metabólicas causantes del envejecimiento.

El enfoque en el tratamiento de la menopausia es lograr mantenerse el sistema metabólico de las células activo, con lo cual se logra retrasar el envejecimiento.

Son múltiples los parámetros que deben vigilarse y ser analizados para corregirlos en su debido momento, antes de que el daño sea permanente.

Para algunas mujeres, la cercanía a los 50 años señala el momento de empezar de nuevo y sienten la necesidad de buscar el reencuentro con sus temores, sus dudas, sus confusiones, sus desilusiones.

Pero la capacidad de pensarse y proponerse cambios también permite el reencuentro con sus ilusiones, con sus expectativas, con sus esperanzas, con sus energías, con sus decisiones.

Es el momento de reencontrase consigo misma y replantearse los futuros proyectos a realizar en la otra mitad que queda de la vida.

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