Cambio de la calidad afectiva por acumulación de conquistas.


Escrito para Fitness por Harry Pereyra Christiansen

Apego afectivo, este hace referencia a la primer forma de relación que conocemos los seres humanos, misma que establecemos con la madre o su representación simbólica (la nana, la educadora en el kínder, etcétera).La manera en que el ser humano “moderno” tiende a desplegar el desarrollo de su vida afectiva en busca de alcanzar la realización personal, lo está conduciendo a una desensibilización gradual de sus relaciones interpersonales, valorando más el acumular una amplia lista de “conquistas” o “amistades” que la calidad afectiva y emocional desarrollada en cada una de ellas.

Hemos arribado a lo anterior contando con el soporte sociocultural de una sociedad occidental que favorece el consumo en toda la amplitud de su significado y de sus manifestaciones. Hoy en día nuestras sociedades favorecen la creación de seres humanos primordialmente ansiosos y faltos de seguridad afectiva.

Para entender un poco más lo anterior debemos profundizar ligeramente en el concepto de apego afectivo. Éste hace referencia a la primer forma de relación que conocemos los seres humanos, misma que establecemos con la madre o su representación simbólica (la nana, la educadora en el kínder, etcétera).

Entonces cuando establecemos un apego ansioso –en nuestras relaciones interpersonales- o ansiedad de separación, corremos el riesgo de desarrollar problemas emocionales serios en la vida adulta, mismos que se conocen técnicamente bajo el nombre de psicopatologías. Dos de ellas se conocen como la depresión y la agorafobia (temor a los espacios y lugares abiertos, amplios) e indirectamente con el comportamiento violento o antisocial (delincuencia en sus múltiples expresiones).

Para entender el surgimiento de las parejas adictivas es importante que lo relaciones con la dependencia emocional, la compulsión y el apego ansioso. En este último existen: temor a la pérdida de la figura vinculada, búsqueda de proximidad, y protesta por la separación. Es decir, existe una necesidad profunda y persistente de estar con el amad@, desarrollando conductas compulsivas y obsesivas que anulen la posibilidad de una separación o ruptura de la relación.

Bowlby otorga una importancia excesiva a una separación puntual o al recuerdo de amenazas de abandono, y sin duda la tienen, pero sólo si son un aspecto más de unas relaciones familiares perturbadas o insatisfactorias. Esto hace un particular y relevante mención al elevado grado de importancia emocional y afectiva que tienen el construir relaciones familiares estables y satisfactorias; ambos aspectos, ya que no siempre lo estable es sinónimo de satisfactorio.

En las relaciones de parejas inestables, conflictivas, violentas, vacías, infestadas de indiferencia o lo que es aún más sutil: poseen una forma de relación llamada de seudo involucramiento afectivo. Son parejas que se comportan tanto al exterior (la sociedad) como al interior (el mundo privado de la vida familiar) como si todo estuviese bien entre ellos, son especialistas en negar conflictos de pareja, las diferencias entre ellos parecen no existir porque se encargan de “resolverlas” mucho antes de que aparezcan, por lo tanto no hay diferencias!!!. Son parejas que poseedoras de una gran angustia de separación lo que los conduce a comportamientos y actitudes cargados de mucha ansiedad emocional misma que los hijos aprenden a reproducir y tiende a ser la base psicoemocional de su eventual elección de pareja en la adolescencia-pubertad.

Codependencia

Este concepto, un tanto confuso, se creó para dar cuenta de las diversas perturbaciones emocionales que ocurrían –sobre todo- en las parejas de personas con trastornos relacionados con sustancias. Aunque no se puede definir claramente un patrón de personalidad codependiente, sí existen ciertas características identificativas de estas personas: se obsesionan y preocupan más del trastorno relacionado con sustancias -generalmente alcoholismo y toxicomanías- que la propia persona que lo padece, con la consiguiente necesidad de control de su comportamiento, se descuidan o auto anulan, tienen baja autoconfianza y autoestima  y se involucran continuamente en relaciones de pareja dañinas y abusivas.

Adicción al amor

Conceptualmente, podemos equiparar la adicción amorosa con la dependencia emocional. Se trata de una de las nuevas “adicciones sin sustancias”, aunque probablemente es tan antigua como el propio ser humano. Algunos trabajos han estudiado este fenómeno comparándolo con el modelo tradicional de los trastornos relacionados con sustancias encontrando numerosas coincidencias que han justificado su denominación de “adicción”: necesidad irresistible (“craving”) de tener pareja y de estar con ella; priorización de la persona objeto de la adicción con respecto a cualquier otra actividad; preocupación constante por acceder a ella en caso de no encontrarse presente (“dependencia”); sufrimiento que puede ser devastador en caso de ruptura (“abstinencia”), con episodios depresivos o ansiosos, pérdida aún mayor de autoestima, hostilidad, sensación de fracaso, etcétera; y utilización de la adicción para compensar necesidades psicológicas.

Para finalizar es importante recordar que en la adicción amorosa el punto de vista se focaliza en las relaciones interpersonales, sobre todo en la dependencia afectiva y emocional hacia la pareja. Aspectos que son escasamente auto registrable, debido a la dificultad de poder identificar los comportamientos que están implicados en la adicción amorosa. La dificultad a que hago referencia obedece, en gran medida, a su aspecto doloroso para la persona misma el descubrirse atrapad@ en un sufrimiento emocional que, lo sabe, no termina con el hecho de tener una pareja a su lado. Tiene que ver con carencias afectivas de su historia, con inseguridades, con pobre estima personal.

La detección de una adicción debe ser realizada por personal capacitado y/o expert@ en el área y tratamiento de las adicciones. Se trata pues, de sufrimiento humano profundo.

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Bibliografía 

  • Bowlby, J. La separación afectiva. Barcelona: Paidós; 1993.
  • Jiménez, O. La adicción al amor. Información Psicológica 1999. Agosto (70): 31-34.
  • Schaeffer, B. ¿Es amor o es adicción? Barcelona: Apóstrofe; 1998.
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