Éstas te condicionan al ejercicio aeróbico o anaeróbico.


Escrito para Fitness por Beatriz Barajas Tomas

Estimados lectores, en el pasado artículo comentamos los aspectos generales que pueden determinar tanto su elección entre una u otra actividad física a practicar, como los requerimientos óptimos para cada una de ellas y sus beneficios obtenidos.

Así concluimos en el ámbito fisiológico como aspectos influyentes a las diversas rutas metabólicas que son estimuladas en función de unas u otras actividades físico-deportivas, a la naturaleza de los aportes calóricos que hagamos predominantemente (grasas, proteínas o carbohidratos), y a los diferentes tipos de fibras. En estas líneas centramos nuestra atención en este último aspecto. 

Entendiendo que las fibras musculares están compuestas por miofibrillas, siendo estas la estructura contráctil, y apuntando que a su vez cada miofibrilla contiene múltiples filamentos que son unas hebras delgadas o gruesas compuestas por dos proteínas, actina y miosina.

Así encontramos diferenciadas por su grosor, color y propiedades, fundamentalmente dos tipos de fibras.

Las fibras tipo I, son fibras de color blanquecino, más voluminosas y de contracción lenta, contienen gran cantidad de mitocondrias, por lo que emplean como fuente energética la ruta metabólica de las grasas, quemando éstas para el desarrollo de la actividad a realizar. Estas fibras son las asociadas a maratonistas. Esfuerzos prolongados en cargas de trabajo medias.

Por otro lado, existen las fibras tipo II, de tono rojizo, y contracción corta o rápida. Estas son las vinculadas a velocistas. Son las empleadas en esfuerzos de breve duración y a cargas supra máximas.

Ahora bien, una vez que se conoce esta tipología, surgen numeroso estudios tratando de resolver algunas cuestiones, ¿de qué depende el número de fibras que tienen los músculos? ¿Es un factor congénito? ¿Pueden cambiarse las propiedades de unas fibras para adaptarse a las de otras? ¿Podemos modificarlo?

En respuesta se plantea entre los estudios de Mcardle, que es el factor congénito el que determina principalmente el carácter de estas fibras. Dejando abierto un pequeño y reducido porcentaje a las actividades que se realizan desde la infancia, que predisponen más a unos u otros esfuerzos la musculatura y con la posibilidad de que en la edad adulta se pueda adaptar las características de unas fibras a las otras en función de los entrenamientos, pero nunca las fibras rojas dejarán de ser rojas, así como las blancas de ser blancas. Es sólo una adaptación producida durante el esfuerzo realizado volviendo a su naturaleza al término de este.

Después de leer estas líneas puedes plantearte hacia qué esfuerzos sientes mayor predisposición. Por tanto, ¿eres capaz de correr largos periodos de tiempo sin fatigarte? O, por el contrario, ¿te agota el ejercicio aeróbico y prefieres esfuerzos de fuerza y potencia en cortos periodos de tiempo? 

En función de tus objetivos físicos, actividad física, estética corporal, salud, resistencia cardiovascular, deberás escoger la actividad física.

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