Es importante poner atención a un cuadro respiratorio para no enfermar de gravedad.


 Escrito para Fitness por Ana Cecilia Becerril

Las infecciones del aparato respiratorio son quizá las afecciones más comunes en los humanos. Están establecidas correlaciones específicas de algunos grupos de virus con ciertos síndromes patológicos. En lactantes y ancianos o en personas con aparato respiratorio dañado, la sobre infección bacteriana incrementa los índices de morbilidad y mortalidad.

El virus sincitial respiratorio (RSV) provoca brotes anuales de neumonía, bronquiolitis y traqueo bronquitis en los muy jóvenes. Es frecuente la reinfección y se manifiesta típicamente como infección leve del aparato respiratorio superior y traqueobronquitis en preadolescentes y adultos. Se han descrito infecciones pulmonares graves por RSV en ancianos y en adultos inmuno comprometidos, incluso brotes con un gran índice de mortalidad en pacientes con trasplante de hígado. Los niños con enfermedad cardiaca congénita tienen alto riesgo de infección grave por este virus.

Las epidemias anuales se presentan en invierno y primavera; el periodo promedio de incubación es de cinco días. La inoculación puede llevarse a cabo a través de nariz u ojos.

El tratamiento consiste en hidratación, humectación del aire inspirado y apoyo ventilatorio según se necesite. Una vacuna puede proporcionar una protección pasiva contra el virus sincitial respiratorio.

La influenza se transmite por la vía respiratoria. En contraste con el  RSV y los rinovirus, la transmisión se produce por núcleos de gotitas más que por fomites o aerosoles de partícula grande. Aunque hay casos esporádicos, a intervalos variables aparecen epidemias y pandemias por lo general en otoño o invierno. El periodo de incubación es de 1 a 4 días.

Es difícil diagnosticar la influenza sin una epidemia típica. La enfermedad semeja a muchas otras afecciones febriles leves, pero casi siempre se acompaña de tos.

Las bases para el diagnóstico son las siguientes:

  • Los casos por lo general tienen un patrón epidémico, no esporádico.
  • Inicio repentino con fiebre, escalofrío, malestar, tos, coriza y dolores musculares.
  • Molestias, fiebre y postración fuera de proporción con los síntomas catarrales.
  • Leucopenia.

El inicio del cuadro clínico por lo general es repentino, con fiebre, escalofrío, malestar, dolores musculares, molestias retroesternales, cefaleas, congestión nasal y en ocasiones nauseas. La fiebre dura de uno a siete días (por lo general de tres a cinco). Hay coriza, tos no productiva y dolor de garganta; los signos incluyen congestión faringea leve, rubor facial y enrojecimiento conjuntival.

Los datos de laboratorio revelan leucopenia; puede haber proteinuria. Es posible aislar el virus desde los enjuagues de la garganta por inoculación de huevos embrionarios o cultivos celulares. Durante la segunda semana aparecen anticuerpos fijadores de complemento y de inhibición de la hemoaglutinación.

La influenza origina necrosis del epitelio respiratorio, que predispone a infecciones bacterianas secundarias. Las interacciones bacterianas y la influenza por enzimas bacterianas (por ejemplo, proteasas, compuestos similares a tripsina, estreptocinasa, plasminogeno). Las complicaciones frecuentes son: sinusitis aguda, otitis media, bronquitis purulenta y neumonía; los ancianos y los enfermos crónicos están en mayor riesgo de complicaciones.

La neumonía por lo general se debe a una infección bacteriana con neumococo o estafilococo y en ocasiones al virus de la influenza en sí. El aparato circulatorio usualmente no se afecta, pero en ocasiones hay pericarditis, miocarditis y tromboflebitis.

El síndrome de Reye es una complicación rara y grave de la influenza y otras enfermedades virales (por ejemplo la varicela), en particular en niños pequeños

Consiste en el desarrollo rápido de insuficiencia hepática y encefalopatía y la mortalidad es de 30%. No se conoce la patogénesis, pero el síndrome se correlaciona con el uso de la aspirina. En el transcurso de dos a tres semanas del inicio de una infección viral hay hipoglucemia, aumento de las transaminasas sericas y del amoniaco en sangre, prolongación del tiempo de protrombina y alteraciones del estado mental. Histológicamente, la periferia de los lóbulos hepáticos muestra notable infiltración de grasa y disminución de glucogeno. El tratamiento es de mantenimiento y se dirige a la atención del edema cerebral.

La vacuna trivalente con virus de la influenza proporciona inmunidad parcial (alrededor del 85% de eficacia), durante algunos meses hasta un año. La configuración antigénica de la vacuna cambia cada año y se basa en las cepas prevalentes del año precedente. Se recomienda la vacunación anualmente (en los meses de octubre o noviembre cada año), para personas mayores de 65 años, niños y adolescentes que reciben terapéutica crónica con aspirina, residentes de casa de reposo, aquellas personas con cardiopatías o enfermedades pulmonares crónicas, u otras enfermedades debilitantes, y los trabajadores en cuidados de la salud.

La vacuna se contraindica en personas con hipersensibilidad a los huevos de gallina u otros componentes de la vacuna, personas con una enfermedad febril alguna o trombocitopenia. La warfarina o la terapéutica esteroide concomitante no son una contraindicación.

Los efectos adversos no son frecuentes e incluyen sensibilidad dolorosa, enrojecimiento o induración en el sitio de la inyección y raramente mialgias o fiebre.

Muchos pacientes con influenza prefieren descansar en cama, puede usarse analgésicos y sedantes para la tos, como tratamiento inicial. Los antibióticos antibacterianos deben reservarse para el tratamiento de las complicaciones bacterianas y es de  preferencia iniciar con antivirales. Debe usarse cualquier otro antifebril en lugar de aspirina para el tratamiento en niños.

La enfermedad no complicada dura de uno a siete días y el pronóstico es excelente. La bronquitis purulenta y la bronquiectasia pueden originar afecciones pulmonares crónicas y fibrosis que persisten toda la vida. Casi toda la mortalidad se debe a neumonía bacteriana. La neumonía por influenza tiene un gran índice de mortalidad entre mujeres embarazadas e individuos con antecedentes de reumatismo cardiaco.

En epidemias recientes la mortalidad ha sido baja excepto en las personas debilitadas.

Si la fiebre persiste por más de cuatro días con tos productiva y resultados de laboratorio alterados, debe sospecharse la presencia de una infección bacteriana secundaria.

Por lo tanto no hay que menos preciar un cuadro respiratorio y siempre habrá que prevenir antes de comprometer la salud.

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